domingo, 11 de noviembre de 2012

Contar la historia con pluma propia


  Al hablar de defensa de la soberanía nacional, es decir, de la reivindicación de la propia capacidad de un país para autoadministrarse, en cuanto recursos y políticas de gestión, se piensa indefectiblemente, en la lucha por la soberanía política y económica de una Nación.


  Sin embargo, para logar una plena independencia, se vuelve necesario ampliar la mirada en busca de una soberanía cultural que ratifique la capacidad de la sociedad de autodefinirse a partir de una concepción surgida de sus propias valoraciones y experiencias.

  Por lo tanto y en relación a lo anterior, hablar de soberanía cultural, no es replicar una frese hecha, sino que conlleva el desafío de acompañar un proceso de liberación e independencia nacional, con la incorporación de conocimientos y una formación que nos permita "contarnos" sin intermediarios, superando las barreras culturales de un discurso instalado durante años, sobre la base de la “necesaria” subordinación a poderes externos, que determinan las reglas de juego según sus intereses económicos.


  Cabe decir entonces, que el debate sobre la comunicación en Argentina y Latinoamérica es, al presente, un requisito básico de los pueblos, a fin de lograr ser protagonistas de su historia, ya que: ¿Es posible creer que otros pueden contar mejor lo que nosotros vivimos día a día?, ¿será que no tenemos la capacidad para producir contenidos que nos identifiquen como comunidad, con características que, en tanto heterogéneas, nos unifican como sociedad?

  Se trata sin duda, de una problemática que debe profundizarse en aras de abrir la discusión sobre la disputa simbólica y política que conlleva esta lucha, entendiendo que cuando hablamos de cultura, no nos referimos a un constructo cerrado y fijo en el tiempo, sino a una construcción colectiva permanente, que se modifica conforme el paso de los acontecimientos, con el aporte de los miembros de una sociedad. Por lo que: “La comunicación debe ser una de las grandes banderas de toda comunidad, no sólo de un país, sino a nivel del continente, ya que es la herramienta de liberación más importante”, tal cual lo expresó el Doctor en Filosofía y Miembro del Comité Consultor de la señal Telesur, Fernando Buen Abad Dominguez.

  Al exponer en la Charla-debate sobre: La comunicación en Latinoamérica, que se realizó el pasado jueves 8 de noviembre en la Facultad de Ciencia Política y RR.II. de Rosario, Domínguez remarcó la importancia de generar proyectos y material teórico que se alejen de las miradas dominantes con una ideología indiferente de los intereses del Sur, a fin de “proyectar una comunicación emancipadora”. Para ello, asegura que son inevitables los interrogantes sobre: “¿Qué queremos comunicar?  y  ¿cómo construir un relato inteligible?, pensando estrategias narrativas superadoras, que nos identifiquen en conjunto”.

  En tal sentido, dichas reflexiones adquieren resonancia a pocos días del 20 de noviembre, fecha en que se conmemora el Día de la Soberanía Nacional, como recuerdo de la Batalla de la Vuelta de Obligado, en 1845, símbolo de la defensa del territorio nacional frente al intento de penetración de las fuerzas anglo-francesas

  Es notorio que la amenaza de aquellos intereses extranjeros, sigue vigente, ante el repetido objetivo de asegurar la libre circulación de sus capitales, es decir, fortalecer su poderío económico, avasallando el derecho a la autodeterminación de un país, imponiendo las políticas de Gobierno así como  deudas impagables, que condenan y quitan cualquier mínima independencia a un pueblo.

  En otras palabras, son los mismos intereses dominantes que, como ocurriera en la epopeya de Obligado, encuentran colaboración desde sectores internos, capaces de prestar servicio en contra del interés común nacional, para gobernar territorio ajeno y asegurar su lucro comercial.

  Sin embargo, frente a estos enemigos externos, hoy es preciso reemplazar las armas de guerra y las milicias nacionales en combate, por la construcción de herramientas cognoscitivas que permitan enfrentar una verdadera batalla cultural, ya que la forma de penetración está dada principalmente por la imposición de discursos que les son favorables, y que pasan más desapercibido a los ojos de la población, instalándose en la reproducción de contenidos, noticias y entretenimientos provenientes de los centros de poder.

  Al respecto, un paso fundamental lo constituye la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, cuyo fin esencial es promover la pluralidad de voces, de manera que diferentes discursos puedan circular libremente, rompiendo con la concentración del flujo informativo en pocas manos, para que otras miradas puedan ser escuchadas, en un sistema que pretende definirse como democrático.

  Como mencionara en la Jornada de Comunicación antes citada, el Lic. Juan Pablo Sarkissian, miembro del Sindicato de Prensa de Rosario: “Esta ley se inscribe como un proceso social de disputa permanente, no podemos suponer que los grandes medios van a resignar a sus pretensiones de manera condescendiente, por ello se requiere de la participación de los trabajadores de prensa, para que esta pluralidad deje de ser una consigna y se transforme en realidad”

  En relación, el periodista y profesor mencionó que esta ley no constituye el fin de la historia sobre los medios, ya que: “Se necesita fortalecer el espíritu crítico en la construcción cultural-comunicacional”. Frente a lo que Abad Domínguez, añadió: “Resulta indispensable la conformación de una Unidad Comunicacional Latinoamericana, para impulsar una autocrítica y debate profundo del sistema de medios en su totalidad. A ello debe sumarse, la elaboración de una metodología común en la construcción de agenda, un proyecto de producción y recolección de contenidos, que luego sean tratados de diversas maneras según cada medio”.

  Puede concluirse remarcando que la concientización social es elemental para la soberanía de pensamiento y el aporte a una cultura donde se destaquen la imaginación, creatividad e innovación en imágenes, música, programación, realizaciones audiovisuales, eventos y festividades que refuercen lo compartido por una sociedad con una historia en común que debe fortalecerse y recordarse.

  Una autocrítica del relato que reproducimos es el primer paso para conformar nuevos vocabularios que lleguen a la comunidad, más que los lenguajes estereotipados y productos estandarizados, una nueva bibliografía de autores latinoamericanos, con narraciones de gestas y referentes populares. Todo ello a partir de preguntarnos: ¿Qué cosas propias tenemos para contar?, ¿de qué queremos hablar y desde dónde?, entendiendo que no se trata de negar lo universal sino de fortalecer la participación en la cultura global.




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